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“Empecé sin dinero” — es una frase que estoy considerando seriamente sacar de mi vocabulario.

Porque aunque sí, empecé mi emprendimiento sin tener un capital para invertir y empecé con lo que tenía, y eso era cero… la realidad es que, todo mi progreso siempre tuvo un costo.

Empezar sin dinero –para mi– se vio así en la realidad:

Me mataba trabajando para sacar dinero de alguna manera. Trabajaba mesereando hasta altas horas de la madrugada, era free lancer en los eventos como hostess, hacía traducciones, trabajaba de asistente en una universidad para un profesor, hacía free lancing como personal shopper…. Y la realidad es que estaba exhausta, pero sacaba de alguna manera el dinero para “mantenerme” mientras mi “negocio” despegaba. El costo que pagué fue de trabajar varios trabajos para poder hacer lo demás realidad.

No tenía el dinero para pagar un webmaster en ese entonces, y aprendí a hacer websites. En ese momento no lo veía como inversión, que el tiempo que le dediqué era invertir en mi negocio. Solo pensaba que “fue sin dinero”. El costo fue, la curva de aprendizaje. Aprender cómo codificar, entender los códigos, cagarla y borrar códigos que hacían desaparecer todo. Aprender de SEO, keywords, copywriting. El tiempo invertido, sumando fueron muchas horas de aprendizaje, de tomar acción, editar, etc.

No tenía el dinero para pagar publicidad (sí, en ese entonces no existían las redes sociales), así que parecía merolico por todos lados hablando de lo que hacía. Eso también es inversión. Solo pensaba que “fue sin dinero”. El costo? Aparte de mi tiempo, vencer el miedo del rechazo, del qué dirán, de escuchar no’s, de que no pasara, de que no llamaran, etc.

De los creadores de esa frase, también llega el “lo hice sola” y el BS del tiempo… pero para eso, hay otro post. 😃

Si realmente queremos algo, siempre encontramos el modo de lograrlo.

Estamos dispuestos a pagar el precio de lo que realmente queremos. Y por pagar el precio, no estoy hablando de dinero.

Puede ser tan sencillo como querer una casa limpia. “No tengo dinero para pagar a alguien que limpie por mi (yet)— pero quiero vivir en una casa limpia. Voy a pagar el precio de limpiarla cada X día, porque quiero que mi casa esté limpia”.

Las posibilidades siempre son infinitas. A veces solo hay que limpiar el cristal con el que estamos viéndolas. O no.

La pregunta es… ¿realmente quiero eso que digo que quiero? ¿Estoy dispuest@ a pagar el precio de obtenerlo?