Seguramente ya sabes, pero en caso de que no, escribí un libro el año pasado. Para ser exactos lo terminé en julio del 2017. A partir de que “se terminó” de escribir, fue un mes de revisiones, de mandar a un editor y crear la portada del libro. Para el 8 de agosto ya tenía, según yo, ¡todo! la revisión de un editor en mis manos, la portada del libro en digital y las ilustraciones que se iban a colocar dentro del libro, el título final, final, final (sí, hubo chorro cientas ediciones también a eso), el subtítulo final… ¡todo! (según yo).

¡Qué gran emoción! ya tenía mucho y ahora tocaba el proceso burocrático. Proseguí a juntar los documentos para llevarlo al INDAUTOR, agregué mis responsabilidades fiscales, saqué mi 32D, me inscribí al padrón de autores y todas esas miles de cosas que tuve que hacer para poder registrarlo. Ya hasta se lo había mandado a varias personas que admiro y quiero, para que leyeran el libro y me regalaran una reseña para incluirla en el contenido del libro y en la contraportada. Por varias semanas estuve planeando una estrategia a seguir para lanzarlo al universo, creando mis artes de publicidad, y demás cosas que necesitaba para que todo estuviera listo para la venta.

De repente me dio por leerlo una vez más, y encontré una falta de ortografía. ¿Cómo? ¿Qué no ya estaba revisado por un editor? Me entró el pánico y en lugar de reclamarle al editor, me puse a buscar un editor más. Y debo confesar que jamás pensé que recibir el borrador todo ensangrentado (y varias veces) me fuera a dar tanto gusto y tranquilidad. Fue literalmente una masacre de textos.

Te cuento todo esto, porque yo pensaba que ya había terminado, te prometo que lo creí genuinamente. Pero en realidad me di cuenta que ese era solo el inicio de todo lo demás. Soy muy impaciente y me gusta tener las cosas rápidamente, pero al mismo tiempo soy un cuanto perfeccionista y sé que para que salgan bien necesito cocinar lentamente. Frené mi carrera loca y me puse a estudiar.

Este libro ha sido un gran proceso. Al día de hoy han sido 9 meses a partir de que terminé de escribirlo, con millones de cosas que hacer que jamás pensé que hubiera tenido que considerar. ¡Ha sido toda una aventura! Una aventura que tengo que admitir que he disfrutado muchísimo. He aprendido un sinfín de cosas sobre “cómo escribir un libro”, reglas de ortografía, gramática, de las diferencias de las varias ediciones que se necesitan. Que la misma edición de un texto tiene diferentes modalidades y niveles. Que no es lo mismo “corrección ortotipográfica”, que “edición y corrección de estilo” y otras miles de cosas más que aprendí sobre redacción y corrección. Aprendí un sinfín de cosas del diseño editorial y del mundo gigantesco que existe en cuanto a la impresión de un libro. ¿Quién iba a pensar que existen tantos tipos de papel? ¿tantos tipos de grosor del papel? Que si la máquina está bien calibrada, que si un impresor tiene o no las certificaciones del mundo de los impresores. Who knew!!!

Mi editora y yo pasamos semanas enteras trabajando día y noche en la corrección de estilo, en cambiar lenguaje, muletillas, palabras repetidas. Verificando que el contexto de lo que yo quería expresar se entendiera perfectamente. Pasamos noches de insomnio trabajando en el libro y hasta “duelos ortográficos” teníamos. Un proceso que duró meses, con diez mil versiones hasta finalmente tener la final (final, final, final, final, final…).

Cuando finalmente tuvimos el “borrador final”, volví a hacer todo el proceso del INDAUTOR ya que era un texto final “ligeramente” diferente al inicial. Terminé en julio una obra de 77 páginas y terminé con 98 páginas en un word simple con punto 11. Una vez más pensé que ya habíamos terminado, pero ahora tocaba “vaciar” al programa fancy para el diseño editorial. Una vez en el programa, resultó ser una obra de 218 páginas totales. Este proceso de diseño duró otro par de meses. Y al final, tuvimos que reducir espacios porque nos teníamos que acoplar a las placas del impresor y los múltiplos de las placas (y a mi bolsillo claramente).

Mi diseñadora no quería darme ningún adelanto de diseño editorial (tortura pura), nada. Lo único que sabía era que: estaba en buenas manos, que ella iba a cuidar hasta el último detalle como si fuera yo misma, que tenía que considerar una serie de cosas que no entendía (ríos, charcos, mares, viudas y otros nombres raros que ella utiliza muy técnicos de su profesión). Mientras hacía el diseño, también me pedía más ilustraciones que ella creía convenientes agregar, aparte de las que ya estaban hechas. Hizo millones de doodles personalizados para el libro (enloqueció con su Wacom).

Finalmente terminó el diseño editorial y como buena diseñadora de lujo maravillosa (y con ISP -Incasable seguidora de la perfección- como yo), se lanzó a hacer un dummy para entregarme todo impreso para que yo pudiera visualizar (y tocar) todo su trabajo de meses. ¡¡¡No puedo explicarte la emoción que sentí cuando lo tuve entre mis manos!!! ¡Fue maravilloso! Y ahí, una vez más pensé: “finalmente hemos terminado”. Y no, ni así habíamos terminado. Hicimos la prueba de impresión con el proveedor que elegimos (después de investigar y cotizar a más de 30 impresores en toda la República, claro está) solo para darnos cuenta que los colores que se veían en la computadora no eran los que realmente iban impresos (además de “unos cuantos” cambios que quería que se hicieran). Así que desesperadamente buscamos como resolver ese problemita hasta que un alma caritativa nos prestó su “guía pantone” (una especie de librito con las impresiones de miles de pantones con la calidad y terminado que nosotros queremos), ahorrándonos miles de pesos, y nos pusimos a elegir color por color con su número correspondiente.

Ahh sí, claro, y en el ínter, diseñar también la “camisa” del libro para la versión de pasta dura y diseñar los gatefolds para la versión de pasta blanda. No puedo explicar con palabras todo el proceso que he vivido hasta el día de hoy para llegar al libro final. Tendría que escribir un libro entero de “mi camino para terminar el libro”. De verdad. Nunca me hubiera imaginado todo el camino por recorrer al escribir un libro y luego finalizarlo (realmente). Tampoco me imaginé jamás la inversión tan fuerte que representaba.

Hoy, abril 8 del 2018, mi diseñadora finalmente pronunció las palabras “Ahora sí Mel, ya terminamos. Puedo empezar a pasar todo el archivo en alta para mandarlo al impresor mañana para que nos tenga la prueba de color y podamos firmar las hojas de Vo.Bo”. ¿Puedes imaginar la emoción que se siente eso? Después de meses y meses de trabajo, finalmente estamos en la recta final. Claro, hay que considerar que el “ya terminamos, podemos pasar a alta” quiere decir, de lo que pude deducir al escuchar la explicación de lo que conlleva ese proceso, una semana más de trabajo (and that is why she get’s paid the big bucks!)

Y aún así, este no es el último paso. Esta semana mandaremos el archivo final ya con el diseño editorial y las varias instrucciones al impresor. Ellos harán un tiraje de todo el libro para que podamos firmar página por página de aceptación de color y textos. Ellos a su vez harán un barrido de todo el libro para verificar que no haya errores. Una vez que tengan cada página firmada por mí y por mi editora, entonces mandarán a impresión. Otro mes de espera a partir de ese día. Imprimir, cortar, empastar, forrar….

Si todo sale bien, eso quiere decir que para finales de mayo REALMENTE estará listo para olerlo y tocarlo.

Te cuento todo esto porque deseo agradecer a todas esas personas que sin leerlo, sin tener fecha de “terminado”, confiaron en mí y compraron el libro en pre venta. Con todo mi corazón agradezco la confianza pero sobre todo agradezco infinitamente la paciencia que han tenido.

Los que me conocen saben que no se podía vivir un proceso más rápido que este y que cada detalle de este libro era importante para mí. Que aunque me juzguen varios de “perfeccionista” la realidad es que es un cachito de mí, de mi vida. No podía descuidar ningún detalle. Es parte de lo que soy y no puedo evitar querer hacer cualquier cosa con ese “modus operandi” que tanto me caracteriza. Muy LUXUR. Como a mí me gustan las cosas. 😉

pd. y obviamente sigo necesitando de mi editora de lujo para la corrección ortográfica de lo que escribo, así es que “bear with me” si sigo saltándome alguna que otra cosa. 😉

*Actualización de mayo 2018: seguimos parados. Ya te contaré por qué…

Melanie