Agradezco el calor, que me recuerda que mi cuerpo respira, transpira, que se equilibra solo.
Agradezco también el frío, que me recuerda que mi piel siente a pesar del cambio de estaciones, que se me enchine la piel y que me recuerda lo bello que es sentir.
Agradezco las cuentas que pago, porque me recuerdan que genero para poder hacerlo y tengo la fortuna de trabajar en lo que quiero.
Y a la muerte que me recuerda que no hay tiempo que desperdiciar, que hay que vivir. ¡Vivir! Vivir mientras tengas vida.
Disfruta lo que tienes mientras lo tienes; ya sea un helado, una carcajada, un libro, un sonido, la lluvia, el calor… Y no des las cosas por hecho, mucho menos tu vida.